sábado, 5 de mayo de 2012

Prefiero pensar en la posibilidad de que fue pura casualidad.


Sabes esos días, cuando todo es tan oscuro que no puedes pensar y sientes que ha acabado, que el camino equivocado ya llegó a su final.
Dile que el silencio que hay entre vosotros pronto quedará en un despertar. Dile que esa imagen que hay en tu cabeza será la que te haga madrugar.
Piensa que si un día ella no está echarás de menos hasta su caminar, su despertar, su forma de hablar, su mal humor, su estar mejor, su pelo y su voz.

jueves, 3 de mayo de 2012

Porque el adiós se siente en vena.

No quiero don Juanes ni Romeos. Tampoco sapos que se conviertan en príncipes, ni príncipes que me despierten con un beso. No quiero amantes de telenovela, ni un Peter Pan que me haga volar. No quiero un chico de comedia romántica americana ni un tío que venga a buscarme fardando de coche. Amores de verano tampoco, porque el verano dura poco y el recuerdo está hasta el verano siguiente. De hecho, no os quiero a ninguno. Ni a ti, ni a ti, y mucho menos a ti. No los quiero altos ni bajos; guapos ni feos; que vayan de duros o sean más buenos que el pan. No los quiero buenos ni malos, claro, porque los buenos no son tan buenos y los malos lo son más aún. Al final todos desaparecen como en un mal truco de magia, se esfuman y les dices adiós con cara de tonta intentado que no se te caiga el corazón a cachos. Así que no, no os quiero a ninguno. Podéis ir buscando a otra tonta, que para promesas sin cumplir ya tengo las mías.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Para el amor, son malos tiempos.

El enamoramiento es un estado transitorio que no dura eternamente. De hecho, es mucho mejor que sea transitorio, porque el enamoramiento te atonta, te desconcentra, te distrae. Algunas personas, de una forma equivocada, creen cuando se acaba el enamoramiento se acaba el amor y se rompe la relación. Esto les pasa a las personas que se enganchan a la pasión de los inicios. 
Sin embargo, una vez que pase el enamoramiento, no debes estancarte, conformarte ni quedarte quieto. Siempre es un buen día para sorprender al otro y empezar de nuevo.

martes, 1 de mayo de 2012

Y hoy, ¿qué?

Por ti. Por mí. Por lo que podemos llegar a ser o por el tiempo que nos queda. Por lo síes y lo noes. Los enfados y las reconciliaciones. Las risas, los besos, los abrazos y las caricias. Las malas caras, los días sin hablarnos, la postura de indiferencia. Los paseos y las conversaciones eternas. Por cuando me des las buenas noches y los buenos días. Las despedidas y los reencuentros. Porque no me entiendas y pienses que estoy loca, que lo estoy. Porque me vaya enfadada pero tenga que volver porque no aguanto esa situación.
Porque el día que llegue esto, no sé donde estaré yo, ni dónde estarás tú. Puede que sea hoy, mañana o que no llegue, quién sabe.


Deseos imposibles.

Hay mil y una maneras de pedir un deseo, al soplar las velas el día de tu cumpleaños, cuando ves una estrella fugaz, en la hoguera de San Juan, en Año Nuevo, cuando se te cae una pestaña... Lo malo de estas cosas es que algunas pasan una vez al año, y hay tantas cosas que pedir que la presión del momento te puede, se te olvidan y acabas pidiendo lo primero que se te pasa por la cabeza. Con las estrellas fugaces pasa algo parecido, tienes que estar atento al cielo para verlas y no decir "¡¡mirad una estrella fugaz!!" porque entonces el momento de pedir el deseo se ha pasado. Otra cosa que puede pasar es que no te acuerdes de ningún deseo o te quedes atontada mirándola. Lo de las pestañas ya es otra cosa, porque hay varias maneras de encontrarlas. La primera es cuando la ves en la mejilla de otra persona, entonces no sabes si eres tú la que tiene que pedir el deseo, por encontrártela, o la otra persona por el hecho de ser suya. También está cuando es a ti a la que te la encuentran en la cara y el dilema es el mismo pero a la inversa. Lo mejor es que te mires al espejo y te la veas a ti misma, por que sabes que es tuya, que puedes pedir el deseo, que nadie te va a estar mirando y que tienes tiempo para pensar cual quieres. El problema es no saber cuál quieres, a cuál darle más importancia de todos los que tienes.
Si ahora mismo encontrase una pestaña, viese una estrella fugaz, o llegase el día de mi cumpleaños, tendría claro que deseo quiero. Pero claro, no lo voy a decir, porque si lo digo,  no se cumple.