martes, 1 de mayo de 2012

Deseos imposibles.

Hay mil y una maneras de pedir un deseo, al soplar las velas el día de tu cumpleaños, cuando ves una estrella fugaz, en la hoguera de San Juan, en Año Nuevo, cuando se te cae una pestaña... Lo malo de estas cosas es que algunas pasan una vez al año, y hay tantas cosas que pedir que la presión del momento te puede, se te olvidan y acabas pidiendo lo primero que se te pasa por la cabeza. Con las estrellas fugaces pasa algo parecido, tienes que estar atento al cielo para verlas y no decir "¡¡mirad una estrella fugaz!!" porque entonces el momento de pedir el deseo se ha pasado. Otra cosa que puede pasar es que no te acuerdes de ningún deseo o te quedes atontada mirándola. Lo de las pestañas ya es otra cosa, porque hay varias maneras de encontrarlas. La primera es cuando la ves en la mejilla de otra persona, entonces no sabes si eres tú la que tiene que pedir el deseo, por encontrártela, o la otra persona por el hecho de ser suya. También está cuando es a ti a la que te la encuentran en la cara y el dilema es el mismo pero a la inversa. Lo mejor es que te mires al espejo y te la veas a ti misma, por que sabes que es tuya, que puedes pedir el deseo, que nadie te va a estar mirando y que tienes tiempo para pensar cual quieres. El problema es no saber cuál quieres, a cuál darle más importancia de todos los que tienes.
Si ahora mismo encontrase una pestaña, viese una estrella fugaz, o llegase el día de mi cumpleaños, tendría claro que deseo quiero. Pero claro, no lo voy a decir, porque si lo digo,  no se cumple.

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